viernes, 1 de julio de 2016

Natalia Ortiz y su cercanía con los ángeles




Cuando estamos pequeños nos enseñan la oración del ángel de la guarda y la repetimos hasta que se vuelve un trabalenguas, un acto memorizado y no sentido. Sin embargo, a todos nos inquietan estas presencias, así, la mayoría se acerquen a ellos desde el mito o la literatura. 

Lo que más atrae es que han estado desde el comienzo de la creación. Estas entidades no físicas vibran, dicen los que saben, en una frecuencia diferente a la nuestra. Para sentirlos hay que disponerse porque vienen del reino de lo sutil. Su propósito es el de ser mensajeros. Hablan del lenguaje de la luz, mientras nosotros hablamos el lenguaje del sonido. A veces, ponen pensamientos en nuestras mentes, cambian la temperatura, traen fragancias inexplicables, murmullos de voces, aparecen luces de improvisto o plumas inesperadas caen de la nada. 

Para ampliar un poco más el contacto con los ángeles, les compartimos el testimonio de Natalia Ortiz Alzate, Comunicadora Social y Angeóloga o Mediumship Angelical, residente en el municipio de Girardota, que da pautas para disponerse a sentir estas presencias. Para aquellos interesados en saber más del tema pueden contactar a Natalia al número: 3164737965


Los ángeles en mi vida 

Desde pequeña percibía cuando una energía no humana estaba cerca. No identificaba qué podía ser, pero sí sentía la presencia.

Recuerdo que mis padres insistían en que olvidara todo. Creían que era producto de mi imaginación. La verdad, ni yo misma sabía qué era. 

A medida que crecía comencé a sentir temor a lo desconocido, a la oscuridad, a los muertos, al más allá… Este miedo me bloqueó y llegué al punto de no dormir sola.

Cuando cumplí 12 años discutí con mi madre. Me encerré en mi habitación. Al acostarme caí en un semi-trance. Puedo afirmar que esa fue mi primera experiencia con los ángeles. Recuerdo que una energía hizo presencia. Se comunicó a través de una voz interior que enviaba mensajes a mi mente. Se identificó como el arcángel Gabriel. Habló del amor que debía tener a mi familia, a mi madre y a mí misma. Además, afirmó que yo podía percibir la energía de mi ángel de la guarda, pero le temía.

Hice caso omiso y continué temerosa a otras vibraciones. Sin embargo, me sentía diferente a otras personas. No sabía cómo aceptar mi inquietud por descubrir lo que había más allá de nosotros. 

Entre mis búsquedas estuve en la religión católica. Asistí a misa, recé como me enseñaron. Al tiempo experimenté un vacío muy grande y me alejé un poco de la oración. Aunque sabía del amor infinito de Dios, evitaba hablar con Él. No sabía cómo conectarme. A eso, se sumaba que había perdido la fe en la religión.

Cuando cumplí 24 años los ángeles me conectaron conmigo misma. De manera contundente me hicieron entender que mi tiempo de ser humano normal había acabado. Pues, había llegado el momento de mi aprendizaje como guía espiritual o como ellos lo expresaron: iniciar mi misión y propósito de vida.

Entendí que los ángeles son energía que Dios nos envía para guiarnos en su amor. Son compañía. Pero trabajan si los humanos lo permiten. Ellos respetan el libre albedrío y entran a nuestras vidas si solicitamos su asistencia. No importa que estilo de vida se lleve, ellos siempre están a nuestra disposición.

Comencé a conocerme a mí misma. Identifiqué mis valores y mis errores. Fue un renacer. Mi vida dio un giro. Fue algo maravilloso. Tanto que estudié dos años, en el 2016, con el angeólogo Charles Virtue, hijo de Doren Virtue la angeóloga más experimentada del mundo. Él vino por primera vez a Colombia a certificar a las personas que como yo, habíamos sentido el llamado de Dios. Comprendí que mi propósito no era solamente encontrar mi luz, sino conectar a los ángeles con las demás personas. 

Fue extraño comenzar a hablar de los ángeles a las personas, pues nunca había hablado con nadie, excepto con mi madre. Pero ahora mi responsabilidad es enseñar sobre ellos. Traen mensajes para todos. Gracias a esto, realizo sanación de emociones, lectura de oráculo, conecto con seres queridos; también, limpieza de energía y comunicación directa con ángeles de la guarda y arcángeles. 

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