“La imagen es la materia prima de la vida y los sueños”
Jorge Luis Borges
Para muchos el cine es mero espectáculo y la literatura es arte. Para otros es lo mismo: arte. Es una discusión tan antigua como si el periodismo literario podría considerarse literatura. Sin embargo, tanto la literatura como el cine y el periodismo parten de un mismo fin: contar historias. En esa medida, con un mismo objetivo, lo que cambia es el formato. Mientras una novela o un gran reportaje pueden desarrollar una historia en cientos de páginas, una película condensa en una hora y media, en promedio, el desarrollo de la historia.
Son muchos los intentos de recrear en la pantalla historias literarias. Esto ha dado decepciones y aciertos. Algunos espectadores, la mayoría, si no fuera por el cine no hubieran conocido estas historias. Otros, afirman que prefieren el libro porque no se someten a la imagen determinada de un personaje, si no, que disfrutan de la libertad de recrear ellos mismos al personaje. Incluso, aseveran que el cine es tan nuevo que obligatoriamente es diferente de la literatura. Como sea, estos dos medios, más que incompatibles son complementarios. Pues, la literatura ha nutrido de historias la pantalla grande. Por algo Mcluhan declara: “La película es a la representación teatral lo que el libro fue al manuscrito. Pone a disposición de muchos en muchos momentos y lugares lo que de otro modo quedaría restringido a unos pocos y a pocos momentos y lugares. La película, igual que el libro, es un mecanismo de duplicación”.
Partiendo de que el cine y la literatura son complementarios, esta semana, hablamos con Jairo Andrés Palacio, un joven girardotano, realizador de cine, muy talentoso y con muchos méritos para tan corta edad. Se graduó de la Universidad de Antioquia como Comunicador Audiovisual y Multimedial. Algunos de sus cortos y videoclips han sido proyectados en: Salón Internacional de la Luz, Premios Cesares de la Universidad de Manizales y Cine en la calle de Barranquilla. También, estuvo en México en un intercambio en la Escuela de Cine de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Hace poco estrenó el corto “Margarita” con el que se ganó un estímulo económico que otorga la Universidad a los trabajos de grado. Este corto se muestra esta semana en Girardota gracias al trabajo que ha hecho el Cine Club Lienzo de Méliès, el más antiguo del Área Metropolitana, creado desde hace más de 10 años y que se proyecta en Debluss Bar los miércoles a las 7:30 pm. La muestra es de cortos, se hará el viernes 22 de julio, a las ocho de la noche, en el parque principal de Girardota. Se verán cortos como “Música Suelta” del escritor y cineasta girardotano Jovany Carmona.
Además de eso, Jairo tiene dos blogs en los que escribe sobre cine y hace literatura de una manera cinematográfica. https://cineensuvida.wordpress.com, https://andrespalo.wordpress.com, aunque no los actualiza hace algunos meses, vale la pena darse una pasadita para ver como en estos dos espacios, el cine y la literatura son hermanos, fichas necesarias que se ajustan a la intención de un realizador que cuenta buenas historias y estamos seguros, en algunos años, serán patrimonio indispensable de la biblioteca de talentos que tiene el municipio de Girardota.
A continuación, dos historias breves, de Jairo Andrés Palacio, donde el lenguaje escrito está lleno de imágenes y permite una lectura ágil y amena. Asimismo, sus cortos, están llenos de imágenes que se complementan con argumentos en los diálogos de sus personajes.
Cuento breve o amor corto
Como si no fueran suficientes los meses que por mi cabeza has rondado, el cursor de mi equipo computarizado se queda parado sobre tu pequeño ‘avatar’ en la barra de chat y el recuadro de tu foto recuerda el pobre enamoramiento que se queda preso ante la poca voluntad que has tenido de liberarlo. Yo, como tú y mis hermanos, algún día preferiré la estabilidad. Por ahora, puedo atormentarme sin pausa, sin voluntad de resistir en el dedo el clic que abrirá tu imagen, mi tormento.
Carta de la tusa navideña
Te sudé tres noches completas querida. Algo de mí y de lo que tuyo había dentro mío se ha ido con los escalofríos, las toses y el vómito. Y no sé por qué se van las cosas con las pestes, pero así te has empezado a deslizar desde el tope por la barra de contactos de la red social hacia ese maravilloso abismo en el que algún día deberás desaparecer convirtiéndote en “other friend”.
Pues sí, lo cierto María es que enfermé y tuve que quedarme tirado en cama por varios días. Y cuando me paré algo había cambiado, no porque recordara menos tus bellos ojos, o hubieran desaparecido mis ganas de besar tus labios morados, carnosos; ni tampoco porque me dieran menos ganas descubrir cada segundo el enigma de tu cara, sino porque me harté de ver comedias románticas y tomar bebidas calientes.
Al tercer día recuperé el gusto y volví a ver cine responsablemente llegando al drama de moda, una peli que me dijo lo que todo el mundo sabe y nadie acepta en medio de la tusa: “Todo va a estar bien”. Eso me gusta del cine bellezura, que tiene el poder de dejar contenturas en el estómago y a veces hasta hace parecer que la vida es mejor o peor; sabiendo que todo depende del jodido lente con que la encuadres, de la elección de la banda sonora, de si le pones a la pieza del nene una cuna bien modelada en madera o una de esas horribles cunas con barandas de metal, y otro montón de cosas.
Total que salía en la peli un muchacho ‘peludito’ y entusado que al final sabía que valía madres y que no había que echarle la culpa a nadie para saber que las vainas no son porque no quieren ser y ya, porque la vida no tiene razones totales, sino pequeñas puntillas de acción que moldean la minúscula plasta que uno es y que lo hacen ser más o menos plasta, o ser una plasta más cuadrada, triangular o redonda.
Y francamente María, seguro escribí que estaba enfermo para producirte lástima, pero afortunadamente el cine que tanto me gusta, me ha salvado. Ahora que las sillas no se venden tan bien, a lo mejor puedo intentar buscar un empleo en el cine o algo, o me pongo a vender películas descargadas de torrent de esas que te estuve quemando antes.
Adiós, querida, si Dios quiere ya no te vuelvo a escribir.
José.
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