martes, 6 de septiembre de 2016

El placer de transmitir una pasión




Hace unos meses se inició en la vereda de San Andrés una iniciativa de un Plan Piloto de Lectura Mi diario al Aire Libro. La idea era promover el placer por la lectura. Para ello, se buscó aquellos temas en que los niños y niñas lograran expresar aquellos temas que les interesara. 

Se partió de que es un placer y el placer parte de buscar lo que nos gusta. Y lo que nos gusta se hace por voluntad, no por imposición. En tal medida, un diario personal podría acercar al estudiante a la lectura. Entendiendo el diario personal como un diario, o un subgénero de la autobiografía, que data de la narración que hace una persona de las experiencias personales que vive. Normalmente los diarios personales son leídos únicamente por su autor, en especial, por las cuestiones privadas e íntimas. 

Precisamente es esa intimidad la que se compartió, claro, en la medida de las posibilidades. Cada niño contó lo que hizo. Entre esas cosas, uno se sorprende al ver que algunos niños hicieron más de lo imaginado. Por ejemplo, no faltó el que hiciera una carta, le dedicara un poema al profesor, el que hiciera su cuento de terror… entre otros ejercicios. Sin embargo, el que más sorprendió fue el de una niña del grado quinto. 

Jimena Carmona, después de recibir la explicación de cómo hacer una entrevista, sacó su cuaderno de apuntes. Allí hizo un primer ejercicio. Quedó también hecho que se le propuso que entrevistara al rector de la institución, Carlos Enrique Vega. A lo cual respondió, segura de su papel como entrevistadora, que estaba dispuesta y preparada. 

En un principio se buscó con los talleres aportar en la formación de las competencias lectoras (interpretar, analizar y organizar) y comunicativas (hablar, escuchar, leer y escribir). Sin embargo, Jimena, al igual que Mariana Salazar, encarnaron el postulado democrático de que la lectura nos ayuda a visualizarnos en busca de nuestras posibilidades ciudadanas: “La lectura y la escritura se constituyen en herramientas privilegiadas de participación democrática, ya que favorecen la expresión de las ideas, el desarrollo del pensamiento y la formación del criterio. Por ello, formar lectores es mucho más que alfabetizar, en el sentido básico e instrumental del término, y debe constituirse en pilar del ejercicio pleno de la ciudadanía. Dentro de este paradigma, la lectura y la escritura dejan de ser un lujo para minorías ilustradas y adquieren el estatus de derechos que deben garantizarse a todos los ciudadanos en igualdad de condiciones para favorecer la equidad, desde el comienzo de la vida”.[1] 

Esta experiencia tocó la emoción porque los estudiantes, en esencia Jimena y Mariana, entendieron las normas básicas de la comunicación, la lectura y la escritura, porque sabían que los iban a escuchar. Por eso, se preocuparon en estudiar al personaje y estructurar las preguntas (que fueran claras y pertinentes). En esa medida, la norma es útil y no impuesta. Porque cuando se incluye la emoción en los ejercicios de promoción de lectura la lectura cobra otro sentido, uno más cercano, más desde los intereses personales. Por algo Willian Ospina en su ensayo: El placer que no tiene fin, plantea que “para leer bien no basta la técnica: se necesita la emoción, el ritmo y la entonación que permita extraer de lo que se lea toda la intensa realidad, todos los estados anímicos, todo el colorido que el texto pueda ofrecer”. 

Jimena se sentó frente al rector y logró que él, un hombre muy respetable y distante para muchos niños y niñas, hablara de desde él, de su sensibilidad y se acercara más a sus alumnos. Ella, cual periodista, realizó un ejercicio de clase de alta calidad y sin dejar a un lado el juego, porque jugando se hacen las cosas más serias. 

[1] Reyes, Yolanda. Lectura en la Primera Infancia. Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, CERLACL. Bogotá. Agosto 2005. P.9. 




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