Penetrados del amor por lo bello
Sigamos la naturaleza
Mirando las estrellas
Jaime Gómez
Los medios nos han vendido héroes que se han hecho populares más por sus destrezas discursivas o físicas que por sus criterios para construir sociedad. Así, desfilan por nuestros imaginarios: políticos, actores, cantantes, deportistas, militares… Muchos de ellos han corroído aquellos valores que nos hacen mejores individuos.
Cuando hablamos de valores nos referimos al valor de asumir las normas básicas de convivencia, como el respeto a sí mismo. De esta manera, transmitir un modo de vida que intente cambiar esa anticultura de estafadores, escandalosos, ruidosos a la moda, trasgresores del impulso imitativo que hemos integrado en los núcleos familiares.
En tal medida, nos complace anunciar que conocimos uno de esos hombres que va más allá de lo mediático. Sobre todo cuando los medios buscan el hombre que muerde al perro, la mujer de dos cabezas, el escándalo, el provocador que genere audiencia, la muerte más estrambótica… Y esos personajes son una mínima expresión de una sociedad. Por ello, ser mediático no siempre significa ser un buen ciudadano, estar convencido de lo que se hace o ser el emisario de una pasión que más que robar cámaras conmueva corazones.
Se llama Jaime Gómez. Es pintor y filósofo. Nació en Girardota en 1951 y reside en Francia, París, desde 1986. Ganó el premio Salón de arte joven, Museo de Antioquia, Medellín (1979, 1980). Ha hecho diversas exposiciones en ciudades como: Paris, Hamburgo, New York, Singapur, Bogotá, Medellín.
Sus obras, dice René Delaporte “gozan de las mismas particularidades del lenguaje. Su transparencia matemática nos habla con toda certeza de una rosa, de un perro, de un paisaje. Los espacios y los objetos son inconfundibles. Esto que yo llamaría una vocación a la verdad es una característica de su obra.”
Hablar con Jaime Gómez es tan enriquecedor como releer un libro que cada vez revela más sabiduría. Es como si con cada una de sus palabras dejara entrever lo más espontaneo y autentico de sí mismo.
Jaime es del tipo de persona que se puede sentar entre todos, ser parte de todos. Sin embargo, puede estar hablando o en silencio y su calidez o una cualidad indefinible nos atrae. Sus gestos, como sus pinceladas, son precisos. Nada en él es sobreimpuesto. Sus comentarios parecen dar un sentido nuevo de lo que nombra. Esto es posible porque el silencio también le pertenece.
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