Sin embargo, para nombrar la palabra cantautor hay que remitirse a la década de los 70 cuando ciertos autores deciden ser intérpretes de sus composiciones. Bueno, ya Francia contaba con una tradición compositores-intérpretes como: Brassens, Becaud, Aznavour. En América Latina se hacían populares Violeta Parra y Yupanqui. A la par, con la revolución cubana surge Silvio Rodríguez. En Estados Unidos, Dylan...
La característica de estos músicos era su compromiso político, social y cultural. Así, por ejemplo, en España se perfiló Serrat como un opositor al franquismo y defensor de la lengua catalana. Por algo, para muchos, la canción de autor nace en España y Latinoamérica. Después, la nueva ola pop dejó al margen al cantautor y las casas disqueras empezaron a generar cierto descontento con aquel que protestara. Querían más comercio que conciencia. Además, preferían evitar, como se hace con una enfermedad, el dolor de la injusticia. En esa crisis aparecen Joaquín Sabina y Luis Pastor. Después, en los 90, es tema planetario el calentamiento global, el problema de la inmigración… y ante estos fenómenos, para no sumarse a la indiferencia, se manifiestan músicos como Pedro Aznar, Pedro Guerra, entre otros.
Para muchos, una canción que incomode se relega al olvido porque les disgusta los reflejos de su imperfección. Por tal motivo, encontrarse un cantautor consciente de sí mismo podría considerarse una epifanía. Sobre todo, cuando es una apuesta arriesgada desde el punto de vista mercantil.
El cantautor
Julio Cadavid hereda la música de su familia y de Girardota, municipio reconocido por su nivel musical, ubicado al norte del Valle de Aburrá. Allí, muchos músicos fueron obreros y tocaban después del trabajo. Entre reuniones y fiestas se fueron tejiendo amores e historias. Así, nacieron otros músicos, como Julio, que tuvieron la oportunidad de dedicarse a un oficio y estudiarlo.
Desde muy joven, el trabajo de Julio ha sido la música y la composición. Gracias a ello en sus letras hay poética. Es decir, el mundo que nos ofrecen sus canciones cuentan con un sistema de principios [preocupación por lo social, se evidencia en sus canciones:
Aviso público o
Canción], de conceptos generales [temas que lo inquietan o historias de reconocimiento patrio:
De tu jardín a mi hogar o
Transitar], modelos y metalenguaje [canciones que se referencian así mismas o nombran el camino con un simbolismo propio: El camino]. Estos elementos constituyen la poética que permite describir y comprender el mundo artístico del cantautor. De ahí, que se ajuste perfectamente a la definición de cantautor de la Real Academia: “Cantante, por lo común solista, que suele ser autor de sus propias composiciones, en las que prevalece sobre la música un mensaje de intención crítica o poética”.
El primer evento relevante en su vida fue la separación de sus padres. Julio tenía ocho años y ya estaba inquieto por la música. Había visto a su progenitor tocar una guitarra y a su abuelo con un tiple en fotografías. Por ello, quizá, el padre le dejó una guitarra antes de marcharse.
Durante años miró el instrumento colgado en la pared, sin estuche. Postergó su cita con su destino hasta los quince años cuando decidió estudiar los acordes. A la par aprendió a tocar zampoña, quena y cantó con el grupoLatino en el Atanasio Girardot. “Me volé de clase y me presenté al grupo. Había otro man cantando. El man se fue y yo dije que podía cantar. Entonces llegó el profesor y me dijo que era yo el que iba a cantar esa canción. Luego, llegó el primer concierto y me dio pánico escénico porque le iba a cantar a varios onces. Yo salí muerto del susto, todo se me olvidó, canté la canción pero en desorden, un caos”, recuerda.
Más tarde conforma el grupo Juventud Andina. Después Antawara, de música latinoamericana. Al tiempo se formaba Don Baco, su proyecto más representativo hasta Julio & la Banda del Camino. Don Baco lo conformaron Gustavo Baco, Víctor Castro y Julio Cadavid. En ese entonces, Julio estudiaba en la desaparecida EPA (Escuela Popular de Arte). Ganaron Antioquia Vive la música en 2006. También, fueron los teloneros de Aterciopelados.
Por último, hicieron parte de su formación Dopal y Andadas. Igual, lo aficionan los tangos y después de su visita a Buenos Aires emprendió un proyecto con Marco Blandón.
Julio & la Banda del Camino
El proyecto nace en el 2014. Los textos y la música son composiciones de Julio con arreglos y adaptaciones de la Banda del Camino. El grupo lo conforman: Diego Alzate, guitarra eléctrica; Luis Bernardo Durango, teclado eléctrico; Alex Goéz, Baby bass; William Palacio, percusión; y Julio Cadavid guitarra y voz principal. Al preguntarles por el sonido dicen que es una banda ecléctica. Es decir, variada, que experimenta por diversos géneros y por ello, muchas de sus canciones son impredecibles. Le agregaría que tienen un sonido melifluo.
La banda incursiona en varios tipos de música. Pasa por la “chason” francesa, el folk, el folklore colombiano y latinoamericano, hasta el jazz, el rock, sin abandonar la esencia. En sus presentaciones Julio canta como solista. Hace prevalecer el término cantautor al revivir la tradición folk-acústica. Así incorpora temáticas sociales, políticas, personales y filosóficas.
Con el tiempo las letras fueron variando porque sus inquietudes lo llevaron a profundizar más en la escritura y la sonoridad de las palabras. En ese sentido, es la escritura buena maestra. A un ser calmado como Julio la literatura lo recompensa porque sabe esperar los versos indicados: “El tiempo es una señora que ha malgastado el carmín”, de la canción
Invierno o “Mis canciones son muy viejas/ Mi padre me las cantó/ Ahuyentan los enemigos /Y atraen suerte de sol a sol”, de la canción
El camino. Por algo decía Cervantes, “La pluma es la lengua de la mente” y se podría complementar que también es la melodía de los pensamientos.
Por otro lado, está rodeado de muy buenas referencias. En su casa hay Cds y libros indispensables. En la mesa de noche hay biografías de cantautores como León Gieco, Lenoard Cohen, Bob Dylan, entre otros; poetas como Neruda, Whitman, Pessoa, Borges [musicaliza el soneto La
Lluvia]; o discos de Víctor Jara, Quilapayún, Inti Illimani, Violeta Parra, Joaquín Sabina, Javier Krahe, George Brassens [de quien tomó la música de una canción para componer
El amanecer].
Otra particularidad de la banda es la música infantil. Varias de las canciones que tocan las compuso Julio en su trabajo con primera infancia realizado en Medellín y en
Girardota con hogares comunitarios. Una muestra es su canción
Quiero tiempo. No es de extrañarse que su trabajo de grado Don Rimando llega cantando, con el que obtuvo el título de Licenciando en Música, sea una cartilla pedagógica para agentes educativos de primera infancia.
Julio entendió que lo vital del verso es la sonoridad. Esa es la analogía de la poesía con la música que logra tocar los sentidos. Sobre todo, cuando parte de la intimidad, a veces silenciosa y ensordecedora del artista. En sus palabras: “El poema no es el título, es todo el interior. El título es como una advertencia”.
En esa medida, y le ha pasado a Julio, su mayor dicha es cuando alguien inesperado le dice que le gustó alguna canción porque le quedó resonando, como si le hubiera traspasado el corazón. “Lo que transmito en las canciones es añoranza. Hay canciones futuristas. Es decir, pueden hablar de algo que no va a cambiar en mucho tiempo, sobre todo especulaciones”, concluye.
Para finalizar, muchas de las canciones de Julio & la Banda del Camino no serán del olvido. No habrá de sorprendernos si las escuchamos sin que se gasten o pasen de moda. Pues, lo que es bueno cada vez revela más detalles de su creación. Además, una buena canción y un buen poema cuando son sonoridad y sentido conservan la magia del instante. Asimismo, un amanecer.